Como ya dije antes: Purim suele pillarnos enfermos. Éste año Itamar estaba demasiado pachucho y digo demasiado porque nos tocó llevarlo al médico, en mitad del día de fiesta y con el ajetreo que suele haber nosotros de paseo a ver al doctor y nuestro pollito el pobre que casi ni se movía del sofá. Antibiótico y caldito de pollo para recuperar las fuerzas, las dos cosas con jeringuilla porque el pobre no quería saber nada de comidas ni de bebidas. Así que cancelamos la comida donde estábamos invitados.
Pero no todo fueron complicaciones: mis padres se sumaron a la fiesta y juntando un poco de aquí y un poco de allá nos salió una comida bastante decente, bebieron los que pudieron (a mi me volvió a pillar embarazada) y los que no nos conformamos con las risas que acompañaron la comida.